Saúl Carrillo se topó el día de su séptimo cumpleaños con el regalo que cualquiera hubiera deseado tener a su edad. Su padre, mecánico con dotes de inventor, le había fabricado con materiales de deshecho una réplica del robot protagonista de la película Wall-E, de Walt Disney, que no sólo camina, sino que también habla, ve y mueve las manos y la cabeza, a través de un MP3, una videocámara acoplada a uno de sus simpáticos ojos y varios motores de antena de coche o los seguros de las puertas.
A Vicente Carrillo, el papá de Saúl y la criatura amarilla y gris que baja tranquilamente por la rampa del camión de un taller de Guanarteme, girando la cabecita, más vale que no le dejen entrar al cine para ver la saga Star Wars porque vaya a saber con qué idea sale. Viendo la película Cars con su hijo, un apasionado de los coches y la fórmula 1, se le ocurrió construirle un kart copiando al protagonista de la película, Lightning McQueen. El resultado fue tremendo "y viendo hace unos meses con el chiquillo Wall-E tuve claro que iba a construir el robot", explica Vicente, preocupado por si fabricar esta réplica tan exacta podría traerle problemas con el emporio Disney.
Sería injusto porque Vicente ha respetado, quizá sin darse cuenta, el espíritu de una historia que arrasó en los cines del mundo retratando al robot recoge basura de un planeta abandonado que, pese a su condición de máquina, descubre y disfruta de la música, el cine, una planta o el amor. "Nuestro Wall-E está hecho de materiales viejos que tenía uno por casa y en el taller. La caja principal, la amarilla, que hace las veces de cuerpo, la fabriqué con la ayuda de mi mujer, que la lijó y la pintó, y los brazos, que se mueven gracias al motor de los seguros del coche, están hechos con unas pinzas de playa, precisamente de Disney, y puedes estrecharle la mano", cuenta sobre su nuevo invento, construido en dos meses y medio.
RECICLADO. El pequeño Saúl no suelta el mando a distancia con pantalla desde donde se dirigen los movimientos de este Wall-E de Guanarteme mientras su padre prosigue explicando que "lo que serían los pies están fabricados con el motor de un viejo limpiaparabrisas y cubiertos con las placas que se colocan en las escaleras para no resbalar, y la cabeza", compuesta por dos cilindros irregulares sujetos por un mecanismo que les permite ponerse triste o feliz, "las moldeé con garrafas de agua, y el cuello gira gracias a un motor de antena".
El resultado, con todo pintado exactamente igual, es espectacular. Parece el original, algo sorprendente que suceda porque la película de Disney-Pixar es de animación y no existe un modelo real como referente para cualquiera que la haya visto. "Lo hemos copiado todo, incluso su nombre y la misma pequeña nevera blanca que el robot se cuelga detrás". Esa nevera, "de las que regalaban en las promociones de refresco", explica, fue "imprescindible" a la hora de fabricar su réplica, "pues gracias a ella pude conseguir la escala exacta de todo el robot".
Toda la entrevista transcurre con el pequeño Saúl manejando su Wall-E por el taller y su padre, en un momento dado, le aconseja que deje de jugar "porque se mueve con una batería de coche y la va a descargar antes de que podamos volverlo a subir al camión", cuenta en confianza y con la complicidad de su esposa, Dunia Medraño, colaboradora habitual de las iniciativas que emprende Vicente. Cuando se bromea con ella preguntando quién es más niño de los dos, su esposo y su hjo, ella, elegantemente, se escabulle con una risita y se limita a recordar que su labor es la de "mantenerlos alimentados". Eso sí: está de acuerdo en que no dejen a su marido ver alguna que otra película en el cine "porque vete a saber con qué idea sale". ¡Que tiemble Mazinger Z!
está guapo el bicho, eh?
