Yo era de esos niños que a partir de entonces se empezó a aficionar al fútbol ya de una forma más seria. Me acuerdo bastante bien de esa época gris, aunque para mí maravillosa por lo que supuso de descubrimiento de un nuevo mundo de olores y sabores, de una serie de códigos de conducta que sólo parecían existir dentro del Estadio Insular... los insultos, las críticas, las frases sentenciosas, el jubilo del gol, el olor de los puros y la hierba fresca, Juanito "el Goleador" y sus carreras por la Naciente, Fernando "el Banderas" y su sombrero mejicano. De cuando las victorias valían 2 puntos y todavía existían los positivos y los negativos.Magec escribió:Joder se me ponen los pelos de punta y casi que se me saltan las lágrimas al leer los relatos de la gente. Joder no digan que no se consiguió nada después de siete victorias, por el hecho de haber descendido, se consiguió algo mucho más importante y fue enganchar a una enorme cantidad de pibitos entre doce y quince años que desde entonces no hemos dejado de asistir.
Señores muchos de los sacrificados 7000 que seguiamos asistiendo este año al estadio éramos esos niños de 12 años que haciamos por primera vez la ola en el insular, así que aunque ese año descendimos conseguimos enganchar a nuevos pollillos amarillos, es lo que pasó también con el ascenso del 96 y es lo que ha pasado también este año, este es un sentimiento que debe perdurar de generación en generación.
Mis recuerdos de infancia más básicos del Estadio Insular de aquella época (los años de 2ª división) se resumen en señores mayores fumando puros y yo corriendo por el picón que había abajo, a ras de césped, con otros niños (siempre había algún niño dispuesto a correr por el picón y a colgarse de las barandillas). Ah, y del pollo Vidal celebrando los goles subido a las vallas.
Y también recuerdo a Roque Olsen, porque su llegada supuso una inyección de moral enorme y la gente volvió a creer en el equipo. Al final no se consiguió la permanencia, pero sólo hay que ver cómo reaccionó la gente al año siguiente, en 2ª B. El estadio registraba una entrada excelente en todos los partidos y se empezó a apuntar al fútbol mucha gente joven y muchas mujeres. Después de una temporada magnífica en la quedamos campeones (recuerdo alguna goleada bastante importante a algún filial, puede que al Betis B) llegamos a la liguilla y pasó lo que pasó; pero ésa es otra historia. Lo importante es que Roque Olsen, "el sargento de hierro", hizo saltar la chispa que llevaba tiempo apagada en el aficionado amarillo.