Adjunto unos parrafos del articulo que el Sr. Pepe Alemán publica en CANARIASAHORA.COM... no tiene desperdicio
Gentecilla
José A. Alemán
Mucho se insiste en vincular a Manuel Torres, director deportivo de la UD Las Palmas, y al entrenador Yosu Uribe con el consejero de Deportes, Gonzalo Angulo. Según las lenguas de doble filo, tan encima está el consejero insular de los acontecimientos amarillos que la putada a Paqui y a Sarasúa, los jugadores postergados de mala manera contra el sentir de muchos aficionados, tiene el sabor inconfundible de las que perpetrara en el Caam, en la Casa de Colón y lo que te rondaré.
No sé qué habrá de cierto, pero no puede negarse que las faenas parecen firmadas por la misma mano. Coinciden todos los doloridos, ya sean culturos o deportistas, en ser gente con el nefasto vicio de opinar, algo absolutamente intolerable para la satrapía mandarina. Las similitudes son, pues, evidentes, además, en lo que tienen de absoluto desprecio para el trabajo ajeno tan característico del personaje. Pero conviene anotar que en el fútbol las cosas funcionan a la larga de manera diferente: si todo el mundo tiende a olvidarse de lo ocurrido a los culturos, en el deporte serán los resultados lo determinante, de modo que si el satrapismo de Angulo quedará impune, seguro, en lo cultural, en lo futbolero no le arriendo la ganancia como lleguen las navidades sin que el equipo convenza. Entre otras cosas, porque se insiste a señalar a Angulo, les dije, como muñidor de los malos modos de Manuel Torres que lleva camino de convertir al equipo en un escaparate de jugadores que vender o que comprar para revender, o sea, en una sociedad “instrumental” de entidades que trapichean con jugadores y trapicheadora ella misma, en lugar del club histórico que seguía siendo hasta unas semanas antes de someterla a tratamiento. El incidente de Torres con Fernando Vázquez da idea de lo que hay. Se han perdido las formas: las del club amarillo, se entiende ya que Torres no puede perder lo que, según los indicios, jamás tuvo. Prolifera, pues, la gentecilla.