espero disfruten con su lectura como yo he disfrutado.
kizas seamos unos romanticos o unos ilusos los ke añoramos un 1er ekipo de cantera....en fin.
Por Carlos Marín (Entrenador nacional)
No me quieran vender otro fútbol (I)
El otro día, echando un vistazo a los libros y apuntes en mi casa, me encontré un artículo de Juan Trujillo Bordón, entrenador nacional y ex profesor de la Escuela Canaria de Entrenadores, publicado en la Revista del Entrenador Español nº 43 del año 1990.
A raíz de su lectura y de mis propias convicciones, quiero hacer esta reflexión-denuncia y me pregunto ¿Qué ha sido de nuestro fútbol canario, aquél que nos identificaba? ¿Por qué parece que lo importado es mejor que lo propio? ¿Cuál es la filosofía de nuestro fútbol?
Sin ir más lejos, hace pocos días hemos visto la grandeza de un equipo que tiene una identidad y filosofía propias, un equipo que partiendo de sus orígenes consigue arrastrar a toda una ciudad y su provincia; además, seguro, de a un montón de seguidores del fútbol. Hablo del Athletic de Bilbao y de corazón digo que siento una enorme envidia sana por esa filosofía intacta y por ese afán en defender y favorecer lo propio, desde la base hasta el equipo profesional, consiguiendo hacer de su cantera y futuros jugadores unos profesionales competitivos y de calidad.
Y, es por mi deseo de querer volver a la escuela futbolística canaria por lo que me atrevo a compartir este artículo de Trujillo Bordón, porque considero que recoge plenamente el origen de la idiosincrasia del fútbol canario y porque cada vez que lo leo me emociona y me da una dosis de moral para seguir soñando que algún día volveremos a ver el Estadio Insular con un equipo lleno de jugadores de calidad y, además, canarios, complementado, si hace falta, con un argentino, un uruguayo, un vasco o cualquier jugador de fútbol que esté en nuestro equipo porque tenga una calidad profesional indudable que sirva de enseñanza a nuestros canteranos y, yo diría también, una calidad humana que le haga identificarse con nuestros colores y nuestra gente.
De verdad, que no me vendan otro fútbol, cuando aquí tenemos una escuela del fútbol canario, que no me vendan otro fútbol cuando aquí tenemos un estilo de fútbol desde siempre, que no me quieran vender lo que tenemos de sobra en Canarias, que son futbolistas canarios, y que si vienen futbolistas de fuera, bienvenidos, pero que sea porque vengan a mejorar a la plantilla, a enseñar y a hacer más grandes a los nuestros, porque, si no es así, entonces, trabajemos con nuestra cantera, vamos a hacerla crecer en medios, calidad y condiciones. Cuidemos nuestras playas, terrenos de plataneras, solares, patios de colegios, es decir, nuestro Barranco Seco. Hagamos una Ciudad Deportiva y que tenga el nombre de un histórico canario, en definitiva, hagamos resurgir la escuela de fútbol canario y a nuestra UD Las Palmas.
Espero que lean a continuación el artículo que menciono.
La Escuela futbolística Canaria
La evidencia de un estilo futbolístico canario ha quedado constatada desde el génesis mismo de esta actividad deportiva en las islas. El nacimiento de aquellos históricos clubs lamentablemente desaparecidos con el parto del hijo amado, Unión Deportiva Las Palmas, coincidió con la aparición de una forma y un estilo diferentes en concebir el fútbol. El jugador isleño imponía la velocidad mental a la física, la suave "caricia" -apenas leve contacto con el balón- al golpe violento, el regate o la finta plena de habilidad y destreza al lanzamiento en profundidad. La belleza, en definitiva al ansia ciega por triunfar.
Era la respuesta de una región pobre, sumergida en el subdesarrollo, a aquellas otras que avanzaban por los humeantes vericuetos del desarrollo industrial. Un centroeuropeo o un bilbaíno, pongamos el caso, comenzaban a penetrar en los brazos de un mundo que cabalgaba a lomos de las prisas superdesarrollistas. Su comportamiento respondía, por consiguiente, a los supuestos de un hombre que deseaba apretar el acelerador constantemente para llegar a tiempo a cualquier lugar que nunca -nunca- podía ser meta. El canario, entretanto, se debatía en un estado de lamentable desarrollo, previo al estallido del "boom" del turismo y de la construcción, aferrado a unos medios de producción anticuados, que se basaban de una manera fundamental en el sector primario y en los escasos servicios que por aquellos tiempos -estamos refiriéndonos a los años cuarenta- presentaban los puestos a la navegación internacional. Esta serie de circunstancias condicionaban al jugador canario, que anteponía la imaginación al poderío físico; o sea, el cerebro en potencia.
Nace un estilo
¿Qué circunstancias influyeron en el nacimiento y consolidación de un estilo propio en le jugador canario? El centroeuropeo o el bilbaíno, mejor alimentados, incrustados en un mundo con mayores posibilidades de adquisición de materiales y atosigados por las exigencias de un entorno social que comenzaba a valorar el tiempo como gran riqueza, tenía que reflejar su fútbol la condición física que cuerpos debidamente atendidos y que aconsejaban imprimir velocidad y potencia en todas las acciones. El factor tiempo constituía para ellos elemento fundamental en el entramado de cualquier esquema sobre el terreno de juego.
El jugador canario, por contra, supeditaba el tiempo y la agresividad directa por la riqueza imaginativa propia de una región subdesarrollada y carente de los recursos elementales -entre ellos, puestos de trabajo- que daban tiempo a pensar y soñar, con la belleza de un balón que recorría la cancha, matemáticamente, de un jugador a otro. Eran los tiempos de la pelota de trapo, aquellas admirables obras de arte que tenían su origen en una media materna inútil y descosida que después, en cualquier playa o descampado, era hábilmente manejada por unas piernas diestras en superar dificultades ante la imposibilidad de adquirir las pelotas que abundan en otros sectores más privilegiados del mundo. Aquí se inicia la serie de concomitancias -constatables plenamente en la actualidad- entre el fútbol canario y el fútbol sudamericano. La lucha del hombre con la dificultad desarrolla la destreza, la facultad de superar obstáculos. Y es así como el balón de artesanía permite adquirir una habilidad increíble en el regate y una suavidad en el contacto que difícilmente se hubiera alcanzado con la posesión inicial del balón de reglamento.
Precisamente del gran censo de chiquillos que adquirieron circular destreza en el "dribling" y en el contacto con el balón en los descampados de Las Palmas y otros lugares del Archipiélago, nos sirven como ejemplos dos jugadores geniales que salieron para vestir camisolas de clubs peninsulares, cuando en el fútbol canario no se ganaba para llevar la novia al cine y había que "curarse" las heridas con un puñado de tierra que hacía de secante y "antihemorrágico". Nos referimos a Alfonso Silva y Luis Molowny. Estos dos futbolistas causaron admiración en los públicos españoles del otro lado del Atlántico por su estilo peculiar de concebir el balompié. La mayor velocidad, potencia o fondo de sus compañeros era ampliamente superada por la capacidad de reacción mental de Silva o Molowny, dos auténticos "cerebros", capaces de realizar la jugada más sorprendente y obtener una victoria en un par de acciones de plena genialidad. Estos dos ejemplos podría aumentarse con otros muchos jugadores canarios posteriores, que está en la mente de todos, aunque para muestra vale un botón, bien estará con los dos que aquí se exponen.
Las canchas
Pero hay más. La falta de atención por parte de la autoridades al tema de las instalaciones deportivas dio lugar, durante muchos años, a que en estas islas apenas hubiera tres o cuatro canchas de fútbol en medianas condiciones. Eso sí, antes del "boom" turístico y de la construcción sobraban espacios vacíos y, sobre todo, las playas eran inmensas extensiones arenosas por las que todavía no habían aparecido los turistas nórdicos sedientos de sol y los chiquillos aprovechaban cualquier espacio vacío para corretear detrás de la inevitable pelota de trapo o se lanzaban a la arena a golpear la más o menos esférica obre de arte contra un fácil portero voluntario. A la improvisada pelota y a las pésimas condiciones del terreno se unía otro elemento, el viento, que actuaba conjuntamente como musas inspiradoras del gran concierto futbolístico canario.
Para aumentar tal cúmulo de dificultades se precisó llevar la pelota perfectamente dominada, prácticamente atada a los pies y con los ojos, la mente y los reflejos bien atentos por si un inesperado bache o un poderoso golpe de viento obligaban a una maniobra de urgencia para continuar conservando la preciada "joya" en la lucha difícil con un adversario. De ahí, de esos descampados, de los litorales playeros, surgieron los Tononos, Guedes, Pepe Juan, Germán, León, Castellano, etc., que dieron gloria y personalidad al balompié regional. Todos ellos simbolizan las cualidades de una escuela futbolística que se ha creado, por méritos propios, una personalidad perfectamente definida en el concierto internacional.
En el próximo capítulo, los jugadores que han marcado una época en el fútbol canario.
En la imagen grande, Luis Molowny marca el día de su debut; en la pequeña a la derecha, Silva.