En pocas horas comenzará una nueva temporada de fútbol en España. Lejos de los focos mediáticos de la Liga de las Estrellas se encuentra, la otrora 2ª División A, ahora llamada Liga Adelante. Curioso nombre para una categoría en la que la mayoría de los equipos, precisamente quieren eso: salir Adelante.
Unos por escapar de la amenaza de caer en el Hades que significa la 2ª División B y otros, que por historia, prestigio y orgullo penan en esta categoría su particular purgatorio. La categoría tiene clubes que tienen una u otra razón, pero quizás sólo haya un club que tenga las 2 razones. Y ese club es nuestra Unión Deportiva Las Palmas.
Nuestro club fue uno de los principales baluartes para ubicar al Archipiélago Canario donde se merecía, fue junto con otros canarios como Alfredo Krauss o César Manrique quienes promovieron con total altruismo y desde el más profundo de los sentimientos la idiosincrasia de nuestras islas.
La UD Las Palmas tiene el hito, ya insuperable, de debutar en la máxima categoría a los 2 años de su fundación. Vivimos una época en la máxima categoría donde se nos pudo calificar de “equipo ascensor”, hasta llegar a una consolidación plena que trajo sus frutos en forma de subcampeonatos de Liga y Copa, participaciones de UEFA, partidos memorables ante clubes a priori infinitamente superiores.
En este tiempo se labró un trabajo de cantera inmejorable que dio a luz a los, quizás, mejores jugadores canarios de la historia: nombres como Germán Dévora, Paco Castellano, Juan Guedes o Tonono, son el sinónimo de una época con sabor añejo, pero sabor a un estilo inconfundible, a una denominación de origen con unas señas de identidad muy marcadas que ya jamás abandonarían al club. Jugadores de una técnica exquisita con un juego pausado, elaborado que recordaba a otras latitudes más meridionales. Estilo de juego que creaba admiración allá por donde pasaba, que hasta hoy es recordado y que sólo las últimas y más jóvenes generaciones españolas desconocen lo que realmente significa la UD Las Palmas.
En esos tiempos de lustre y brillo por desgracia no faltaron los pasajes tristes, y que indudablemente todos quisieron que jamás hubiesen pasado. La pérdida irrecuperable de dos jugadores amarillos por excelencia: Juan Guedes y Tonono. Quienes abandonaron a la entidad amarilla y la vida a edad temprana.
Quizás nadie más que nosotros quiera escapar hacia adelante, en la huida de las catacumbas del fútbol patrio que para nosotros supone la 2ª División B. En tiempos modernos nos hemos visto a penar en una categoría indigna para la solera de nuestro club hasta en 6 temporadas. Aún con estas vicisitudes los jugadores que transpiraban esta camiseta, superior a la categoría en la que militaba, nos brindaron tardes de gloria.
Lejanos nos parecen ya los tiempos del Tractor Amarillo, de los “carruseles deportivos” haciéndose eco de las 20.000 fanáticas almas amarillas copando hasta la bandera un Estadio de 2ªB, o las heroicidades coperas ante rivales de superior categoría y con un ego infinito. Tras una breve etapa de reordenación del caos en el mundo amarillo, y una breve vuelta al Olimpo, del que jamás debimos salir, sufrimos una irremediable caída porque quienes dirigían al representativo creyeron que se podría edificar una
Torre de Babel con cimientos de barro.
“A perro flaco todo son pulgas” y en una plena vorágine autodestructiva, originada desde la directiva del propio club, se estuvo apunto de llevar por delante los sueños y sentimientos de generaciones completas que latían en amarillo. En un proceso difícil en lo judicial e institucional, y arduo en lo económico, que dejó en 2º plano las (sin)razones deportivas. Poco a poco se fue enderezando el rumbo con la guía de personas que ponían lo mejor de sí para reflotar el Arca Amarilla. En ella se subieron los que quisieron, los que creyeron en la salvación; otros, cansados de tanta lucha, de tantos sin sabores, dieron el brazo a torcer, y se dejaron llevar por la corriente negativa que anunciaba (precipitadamente) la defunción de un sentimiento aún vigente en los miles de irreductibles amarillos.
Otros jugadores llegaron para dignificar una camiseta que antes brillaba con sólo nombrarla pero que por entonces parecía opaca como el futuro más cercano de la entidad. Con menos lucidez, con menos bríos pero a puro corazón se logró el objetivo del tan ansiado ascenso a la categoría de plata. Nacieron nuevas rivalidades con equipos que eran ajenos a nuestra prolija historia, pero también se originaron nuevos capítulos gloriosos a pesar de la categoría modesta que ahora ocupábamos: nació el espíritu de Almansa, sobrevivimos al infierno azulillo, el lleno ante el Rayo Vallecano, el Misil Tierra-Aire de Nauzet Alemán en Anoeta, el Gol de Márquez al Linares ante 32.500 espectadores.
Logros que si se analizan desde la perspectiva histórica de nuestro club, que si se observan desde otra categoría superior, pueden parecer menores y sin mérito alguno. Pero pocos son los clubes que regresan de la muerte clínica, que deben transitar sendas austeras por una enrevesada y desagradecida categoría y son conscientes que sólo con el frac de su rica historia no se les otorga nada en el mundo de los pobres. El Mono de trabajo, la suciedad, los golpes, el dolor, el esfuerzo, el sudor, mucho sudor y alguna lágrima fueron nuestros ingredientes para lograr un premio que era nuestro por méritos propios y no tan sólo por el peso de nuestra historia, de nuestra camiseta y nuestro escudo.
Y aún en los momentos más oscuros de nuestra historia seguimos abriendo caminos, como antaño hicimos. Hemos sidos pioneros en un páramo desierto hasta nuestra llegada como lo eran los Procesos Concursales en las S.A.D y que, tras nuestra salida, ahora se encuentra casi en overbooking.
En el regreso a la meseta que precede a la cumbre, ya no hay aguas que ahoguen las ilusiones, lo que antes eran tsunamis, ahora son verdes y fértiles praderas de ilusiones renovadas. Y todo eso a pesar de haber sufrido algunas tormentas que intentaron empañar un futuro esperanzador. Hasta algunos agnósticos amarillos recuperaron la fe y han repoblado las gradas del mayor coliseo en el archipiélago.
Esta mirada a nuestro pasado más reciente y a las páginas más gloriosas de nuestras historia, nos debe servir para fortalecer, aún más si cabe, la ilusión que todos alojamos en nuestro interior en el comienzo de esta nueva temporada. Nuestro presente es modesto, nuestro pasado es mayor que la sombra que ahora proyectamos, pero en este comienzo de temporada se iniciará la forja de los destinos de todos los clubes. Nosotros tenemos dos destinos con finales bien diferentes, y ambos están tatuados a fuego en nuestra piel. Alejar de una vez definitiva la 2ª B, y el anhelo, el sueño de poder ascender a la 1ª división, volver a reclamar la plaza que nos pertenece.
De todos los estamentos del club depende que sea uno u otro. Incluidos los aficionados, que siempre exigimos nuestra cota de presencia en los éxitos del club, pero que normalmente solemos escurrir el bulto en los momentos de fracaso. Siempre habrá un grito de aliento más que dar para bancar a nuestros jugadores, siempre habrá voz para entonar los cánticos que creen ambiente en el Estadio de Gran Canaria, siempre sonarán “trompetas de guerra” ante las discutidas decisiones arbitrales.
En Junio del año próximo sabremos a ciencia cierta que nos ha deparado el discurrir de la temporada, pero no puedo evitar sentir y pensar que, para ese mes, una gran alegría desbordará a la familia amarilla.
Saludos.
http://es.youtube.com/watch?v=wsj4s24cIgc
Estoy seguro que en el Estadio de Gran Canaria reverdeceremos gestas deportivas de nuestra Unión Deportiva.
No sabe cuanto me alegra que le haya gustado.
